4 Meses en la Península Antártica

Pingüino Papua entre los caminos de Isla Doumer / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.

Capitulo 1 - Península Antártica Enero 2018.

Desde la ventana de mi pieza veo una extensa pared de glaciares que se extienden por sobre la Isla Doumer hasta el estrecho Bismarck, una pareja de pingüinos Papua y su pequeño polluelo creciendo día a día, una máquina para sacar nieve y un mar tranquilo de medianoche. Estoy en una pequeña casa tipo A como las que se encuentran en los sectores cordilleranos de Chile, construida en los años 60, en medio de la península Antártica con un equipo de 8 logísticos y un selecto grupo de científicos en la Base Yelcho (creada por la Armada de Chile con su nombre en honor del escampavia comandada por el Piloto Pardo que rescato a los hombres de Shackleton en 1916) del Instituto Antártico Chileno, ubicada en Isla Doumer, entre los canales Neumayer y Peltier. Esta temporada realizo algo completamente nuevo, “asistente de cocina” y como es de costumbre, al contrato se añade el apoyo en cualquier área que se necesite, lo que es algo muy usual dentro de Antártica, pues los títulos no quitarán que algún día tenga que tomar una pala, arreglar un desperfecto o apoyar en cualquier faena que necesite una mano extra, ya que el tiempo antes del invierno y los recursos son muy escasos por lo que toda ayuda es bien recibida.

Quien diría que Antártica se convierte en una pasión que permite adaptarse a realizar cualquier cosa con tal de regresar una y otra vez, pues cada temporada en estas tierras pasa a ser un privilegio, tan solo como referencia no mas de 40.


Base Yelcho, Isla Doumer / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.

Me es difícil recordar el momento exacto en que el continente Blanco pasó a convertirse en mi pasión de cada verano. Por muchos años anhelaba conocer tierras inhóspitas y lejanas, tal como lo había visto en muchísimas revistas y documentales de exploradores y viajeros. Una y otra vez las fotografías de glaciares, animales salvajes, complejas montañas y mares tormentosos revolvían en mis pensamientos el deseo de viajar algún día a ellos y experimentar la vida en los límites del mundo.

Cumbres Antárticas / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.

Esta temporada, llegar a estas latitudes nos llevó poco más de diez días. Como lo hicieron en el pasado grandes navegantes y exploradores, salimos desde la ciudad de Punta Arenas navegando entre los canales Magallánicos y cuando ya nos encontrábamos a la cuadra con las islas Diego  Ramirez, un grupo de imponentes Albatros nos despedía en el talud continental, para posteriormente cruzar el famoso Paso de Drake hasta avistar los primeros témpanos flotantes y las primeras islas cercanas a la península Antártica, las famosas Shetland del Sur. Algunos de mis nuevos compañeros jamás habían navegado antes y era la primera vez que salían del continente sudamericano. Otros eran experimentados trabajadores polares a quienes los años y práctica han curtido para ser el soporte de las bases más remotas del Instituto Antártico Chileno.

Vistas del carguero / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.


Albatros austral / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.

Icebergs a la deriva / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.

Una de las cosas mas icónicas de acercarse al continente blanco es navegar alguna vez en la vida en un rompehielos. En mi caso, esta sería la cuarta vez que llegaba o salía de Antártica en el clásico buque Almirante Oscar Viel de la Armada de Chile, que quizás si pasaron por Punta Arenas durante la temporada de verano lo hayan visto por su característico casco de color rojo en el Estrecho de Magallanes y que hoy ya retirado descansa en las aguas de Talcahuano.

Antes de recalar en Isla Doumer, el rompehielos cargado de provisiones, repuestos, equipamientos y dotaciones visita diversos puntos de la Península como Isla Rey Jorge, Isla Greenwish, Bahia Paraíso y el Territorio de O´higgins. Luego, después de varios días navegando entre canales, témpanos y montañas cubiertas de glaciares, logramos avistar lo que sería nuestro nuevo hogar por los siguientes cuatro meses, la remota Base Yelcho.

Maniobras de descarga / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.

Era mi segunda vez en los 64 grados de latitud, pero la primera en que podía estar de manera permanente durante todo el verano antártico. Unos centenares de pingüinos Papua se han adelantado a nuestra llegada aprovechando cada zona libre de nieve para asentar sus nidos. Junto a la base, algunos de ellos ya están listos para comenzar a incubar.

Pingüinos en el roquerío / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.

Atardecer antártico / Foto: @ignacioreyesh / www.ireyesh.com.

En pocos días todo el entorno de nuestra base debía quedar libre de varios metros cúbicos de nieve y acondicionarse para las maniobras de la temporada, la embarcación, el taller, laboratorios, cocina, habitaciones, y además, nuestra conexión con Chile gracias a una gran antena satelital, requerían todas las maniobras pertinentes para estar aptas y dispuestas ante la recepción de las expediciones científicas y listos para comenzar uno de los proyectos más grandes de la temporada, que sería la expansión del área útil de la base y la construcción de un embarcadero, que no es una tarea menor ya que muchas de las infraestructuras que se crean o se ponen a prueba en la Península Antártica deben desarrollarse solamente con el arduo trabajo de las personas y herramientas que puedan manipular sobre complejas condiciones geográficas, sin la ayuda de las grandes maquinarias pesadas que estamos acostumbrados a ver en una ciudad. Todo para que cada verano la base pueda funcionar con seguridad y tener lo necesario para seguir cumpliendo con que esta tierras sean para la paz y la ciencia.


Continuara.....

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